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El ataque en Querétaro desafía la percepción de seguridad en el estado

Mariana Nava

La reciente masacre en el bar Cantaritos, en Querétaro, ha puesto en duda la idea de que algunos estados están libres de la violencia del crimen organizado. Este ataque, que dejó diez muertos y varios heridos, muestra la fragilidad de la seguridad en regiones que históricamente se percibían como “santuarios”.


Durante años, Querétaro fue visto como un refugio en medio de la violencia que afecta a estados colindantes como Guanajuato y Michoacán. Sin embargo, el ataque del sábado desafía esta percepción. Según expertos, la idea de los “santuarios” es un mito; la seguridad en estos lugares dependía de la ausencia de conflicto entre los grupos criminales, pero la llegada de nuevos cárteles ha alterado ese equilibrio. En este caso, se habla de la presencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), lo que podría haber desatado una pugna por el control de territorios.


Tras la masacre sucedida en Querétaro, comienzan a salir vías de investigación. Foto: Reuters


La violencia en Querétaro podría estar impulsada por más que el tráfico de drogas. Carlos Flores, investigador del CIESAS, señala que las organizaciones criminales hoy en día también buscan controlar recursos como el huachicol, contratos públicos y hasta concesiones de transporte. Esta diversificación del crimen ha convertido las economías locales en puntos de interés para los cárteles, intensificando los enfrentamientos entre ellos por cualquier recurso disponible.


Los primeros reportes indican que el ataque en el bar Cantaritos podría estar relacionado con la búsqueda de Fernando González Núñez, alias “La Flaca”, un presunto miembro del CJNG. Aunque las autoridades apuntan a un ajuste de cuentas, especialistas como David Saucedo mencionan varias hipótesis: desde cobro de derecho de piso, un desacuerdo en la venta de drogas, hasta un intento por “calentar la plaza”, con el objetivo de desestabilizar la región y aumentar el control criminal.


Además, se relaciona el ataque en Querétaro con recientes aseguramientos de cocaína en otros estados. Carlos Flores sostiene que la incautación de media tonelada de cocaína en Sonora, transportada en un camión que provenía de Querétaro, podría formar parte del contexto de esta escalada de violencia. Este hecho subraya cómo las rutas de tráfico están interconectadas, extendiendo los conflictos y disputas hacia nuevas regiones.


Finalmente, Querétaro y Guanajuato comparten la carretera 45-D, una ruta clave para el tráfico de drogas hacia el norte. La debilitación del Cártel Santa Rosa de Lima, que controlaba gran parte de esta zona, ha permitido al CJNG expandirse hacia Querétaro, intentando unir su control desde Guanajuato hasta el Estado de México. Este tipo de movimientos estratégicos pone de manifiesto la creciente vulnerabilidad de regiones tradicionalmente vistas como seguras.

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